El agente de Salomé Gil le consigue un papel en un comercial de tequila. Sin embargo, su incapacidad para memorizar las líneas, su inconveniente acento colombiano y su poca tolerancia al alcohol, convierten el rodaje en una auténtica pesadilla para el director y su staff. Ahora Salomé tiene que pagar con su cuerpo por todo el dinero que le hizo perder a la producción.